La constancia de seguir las normas de cualesquiera de los juegos de la vida puede, en muchos casos, volverse muy aburrida. Para curarlo, dentro de la misma experiencia y evolución de vida, muchos/as individuos desarrollamos la habilidad de crear nuestras propias normas a estos juegos —conscientes e inconscientes. Otros, en cambio, se mantienen dirigidos/as por las reglas de terceros/as, en una regresión permanente o marionetas de sus líderes. Empleando la racionalización, estos/as individuos pudieran proyectar un perfil muy autosuficiente y autogobernado, no obstante, se darán cuenta ustedes que permanecen dominados/as y sumisos/as ante lo ajeno. El arte de volverse generador/a no es dado a todos/as, sospecho que se requiere de un cúmulo de destrezas y conocimiento intrapersonal. Cuando estos/as seguidores/as con racionalizaciones incorrectas de líderes se enfrentan a genuinos/as líderes, existen varias posibilidades. Inicialmente, el uso de la proyección le permite al/a la seguidor/a atribuir a ese/a líder genuino/a carencias y defectos propios, atribuirse como propias las virtudes del/de la líder genuino/a y mantener un perfil proyectado de la autosuficiencia y autogobernación. De manera consciente o inconsciente, el/la sumiso/a se hace fuerte y capaz, de forma somera, superficial. Al faltar el/la líder, el/la sumiso/a se pierde en el vacío, es dependiente, sufragáneo/a. Es entonces cuando utiliza el soponcio como trebejo. Inicia rogando el retorno del/de la líder, del orden, del patrón, de las normas en fin. Pues siendo incapaz de subsistir por méritos propios, se auxilia a como dé lugar, complaciendo demandas y peticiones, modificándose temporalmente a fin de obtener lo suplicado. Serán testigos ustedes de como, al pasar del tiempo, volverá a ser el/la mismo/a individuo. Pues nada verdaderamente ha cambiado sin antes haber sido receptor de la contribución profesional. Todo será una simple puesta en escena de un derroche de falacias y falsificaciones temporales que vienen e irán al olvido activa y rápidamente.
¡Alegría! por los/as que nos desarrollamos como líderes genuinos/as, por los/as que no seguimos los patrones desarrollados por otros/as individuos y nos arriesgamos en la aventura de vivir de la mejor manera que nos parezca posible. Por cuestionar y no dejarnos dominar.
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